Esta pequeña cala de 100m de largo y 20m de ancho se caracteriza por tres elementos principales: su arena blanca y fina, unas aguas tranquilas que inspiran calma y quietud y la vegetación autóctona que rodea el enclave. Se trata pues, de un espacio natural, alejado de la contaminación lumínica excesiva, que constituye uno de los paisajes agrestes más significativos de la zona.
Cabe decir que no solo se trata de un emplazamiento ideal para la contemplación del cielo nocturno sin impedimentos, sino que disfruta también de un valor histórico y etnográfico inmenso; en esta playa, se encuentra la última ballenera en cerrar de todo el Estado.